La alimentación sostenible consiste en una alimentación equilibrada y variada que además protege los recursos naturales, reduciendo la huella ambiental.
Según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) se prevé que el aumento de habitantes en el mundo conlleve un aumento de la producción alimentaria del 70%, y del 100% en los países en desarrollo (según datos del 2011).
Los expertos ya nos informan desde hace años de que las consecuencias de impacto ambiental, recursos hídricos, emisión de gases, degradación del suelo, daño a la biodiversidad de ecosistemas terrestres y marinos etc. es incalculable.
¿Hasta dónde está dispuesta a llegar la industria alimentaria?
Emisiones de metano, de óxido nitroso, uso de agroquímicos; contaminación del agua, degradación de los suelos, el estrés al que son sometidos los animales, el hacinamiento. La selección animal con el objetivo de disponer de animales de mayor tamaño a un coste menor. La ingeniería genética que ya ha empezado a utilizarse en animales.
"Con el uso de la tecnología transgénica es posible manipular los factores de crecimiento, así como sus receptores y las moléculas que intervienen en su modulación" (Peñaranda y Asensio, 2008).
"Otro uso potencial de la tecnología transgénica, es la modificación de la eficiencia alimentaria o el apetito de los animales de producción" (Peñaranda y Asensio, 2008).
Las deplorables condiciones del sector primario, así como la situación laboral, que en algunos casos, como en las plantaciones de países en vías de desarrollo, ha sido calificada por organizaciones por los derechos humanos como "una nueva forma de colonialismo" e incluso como "trabajo en condiciones de esclavitud" (WRM, 2015).
¿Qué puedo hacer yo como consumidor?
Una vez dicho esto, nosotros no podemos cambiar el mundo, pero podemos poner nuestro granito de arena.
Ser conscientes de la situación nos animará a cambiar hábitos de consumo y participar en una alimentación sostenible que nos ayudará a sentirnos mejor en todos los ámbitos, porque no solo estamos ayudando al mundo, sino a nosotros mismos.
Te explico cómo y por qué:
¿Qué puedo hacer yo como consumidor?:
El exceso de consumo de proteína animal en los países desarrollados
La cantidad de proteína necesaria es de 0,8gr/Kg de peso o 10%-15% del aporte calórico diario (en adultos no deportistas ni con necesidades especiales). Sin embargo en los países desarrollados superamos con creces este porcentaje.
¿Por qué comemos tanta proteína? Hay muchos motivos: históricos, sociales, económicos etc. y teorías acerca de que comer proteína nos hará perder grasa y ganar músculo; teorías que, sacadas de contexto, han hecho creer a la población que lo ideal es aumentar el consumo de proteinas en detrimento de las grasas y los hidratos.
¿Por qué comemos tanta proteina de origen animal pudiendo comer proteina vegetal? Porque no todos los alimentos tienen una proteina "completa"; los alimentos de origen animal sí la tienen y muchas personas creen que si no comen una proteina completa en cada una de las tres comidas principales tendrá déficit preoteico, algo que es falso.
¿Cual es el coste ambiental de producir 1Kg de proteina animal?
En 2014 el Dr.Joan Sabaté dirigió un estudio cuyos resultados mostraron que producir un kilo de proteina comestible a partir de alubias requiere aproximadamente 18 veces menos tierra, 10 veces menos agua, 9 veces menos combustible, 12 veces menos fertilizantes y 10 veces menos pesticidas que producir un kilo de proteina a partir de carne de vacuno. Por su parte, producir 1Kg. de proteína a partir de carne de vacuno genera de 5 a 6 veces más residuos. (Basulto, 2018).
¿Y qué pasa con el exceso de proteina animal que comemos? El aumento excesivo de consumo de alimentos de origen animal está provocando un aumento de la carga ácida neta en nuestro organismo, lo cual puede producir, a largo plazo, condiciones de acidosis metabólica crónica, con las consecuentes alteraciones metabólicas de numerosas funciones del metabolismo (López-Luzardo, 2009). Parece ser que la leche y otros productos lácteos diferentes al queso tienen menos incidencia en dicha acidez. (López-Luzardo, 2009).
¿Pero de cuánta proteína estamos hablando? Pues para que te hagas una idea, cuando comemos un filete de ternera de 200gr o 2 filetes de pollo un poco gorditos ya estás comiendo 40gr de proteínas (una dieta de 2000 calorías requiere de 50gr de proteínas), así que ya has comido casi el total de proteínas necesarias para todo el día.
Si tenemos en cuenta la ingente cantidad de animales sacrificados (que se ha triplicado entre 1961 y 2009) y todo lo dicho anteriormente, consumir proteínas en cantidades naturales y saludables es beneficioso para el medio ambiente, para los animales y para ti.
En este ENLACE puedes leer un interesante artículo del El País que nos informa de El gran negocio alimentario de las proteínas.
¿Qué puedo hacer yo como consumidor?:
Productos de proximidad
Nos referimos a aquellos cuya producción y consumo se encuentra a menos de 100Km de distancia. Son productos de temporada y en su transporte y distribución se han de seguir políticas y medidas de protección medioambiental. Esto contribuirá a mantener una alimentación más saludable, puesto que en la elaboración de los productos de temporada se utilizan menores cantidades de productos artificiales o químicos, lo que también influye en un mayor aporte de micronutrientes y beneficios para la salud del consumidor.
Consumiendo productos de proximidad estaremos además contribuyendo a la mejora de la economía local al disminuir enormemente el número de intermediarios y reduciendo la huella de carbono.
¿Qué puedo hacer yo como consumidor?:
Concienciación y cambio de hábitos
Ser conscientes de los problemas de la industria alimentaria y tener conocimiento acerca de lo que realmente necesitamos, nos permitirá alimentarnos saludablemente.
Sencillos gestos como reducir el consumo de carne animal (especialmente el consumo de carnes rojas), de frutas y verduras provenientes de otros países (a favor de los productos de temporada de nuestra región) y el consumo de productos procesados, así como disminuir al máximo los desperdicios, va a mejorar considerablemente tus hábitos alimentarios.
Para comenzar este cambio de hábitos te recomiendo:
¿Sabías que la dieta mediterránea ayuda a reducir la huella ambiental?
Un estudio de 2013 observó que la dieta mediterránea reduce las emisiones de gases de efecto invernadero en un 72%, el uso de la tierra en un 58%, el consumo de energía en un 52% y el uso del agua en un 33%. (Sáez-Almendros y cols, 2013).
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Entrada escrita por Sonia Blanco
BIBLIOGRAFÍA